Durante muchos años se ha creído que el pintor expresionista noruego Edvard Munch (1863-1944) padeció durante su vida de esquizofrenia.
Sin embargo, los últimos estudios al respecto aseguran que sus problemas derivaban más bien de una depresión marcada por su introversión, sus continuos excesos alcohólicos y un historial familiar bastante oscuro.
De hecho, es probable que sin esta peculiar personalidad nunca hubiera pintado su obra más famosa, el ‘Grito’ (1893).
Y es que el mismo comentó que «un día estaba caminando por un camino con dos amigos.
Se puso el Sol y sentí un ataque de melancolía. El cielo se puso rojo de pronto como la sangre. (mastertechplumbing.com)
Me paré y me apoyé en la barandilla muerto de cansancio para mirar las nubes llameantes que colgaban de la sangre, como una espada sobre el fiordo azul-negro y la ciudad. Mis amigos siguieron caminando.
Pero yo me quedé allí temblando de miedo y sentí que un grito agudo interminable penetraba en la naturaleza».
Fruto de esta experiencia dibujaría poco después su cuadro más importante.
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