La historia le ha colocado como uno de los personajes más sanguinarios de la historia, pero como todas las personas Adolf Hitler también tenía problemas íntimos de los más mundanos.
Según una serie de documentos clínicos del dictador que se subastaron a mediados de 2012, este hombre padecía de sinusitis crónica que intentaba aliviar consumiendo cocaína.
Además, al parecer también se hacía inyectar un extracto de testículos de bovinos para intentar mejorar su potencia sexual y era habitual que utilizara infusiones de manzanilla dulce para hacerse lavativas.
Sin embargo, quizás lo más sorprendete de todo es que el político alemán ingería un total de 28 medicamentos diferentes para intentar mejorar su descontrolada flatulencia crónica, un problema que le mortificaba.
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