Pregunta formulada por: Ana Robredo Jiménez (Asturias) Así es.
Tal y como asegura el historiador José Miguel Carrillo de Albornoz en su libro ‘Las hemorroides de Napoleón’, el emperador galo sufría de unas hemorroides que le condicionaban totalmente la vida.
Así, en el verano de 1815 sufrió su mayor derrota en la Batalla de Waterloo tras no haber podido hacer una buena planificación de la contienda.
Y es que en las horas previas a la misma prácticamente no pudo dormir por sus dolores en el trasero, los cuales también le obligaron a pasar varias horas sentado en una bañera de agua caliente para aliviarse antes de poder subirse a su caballo.
De ahí que, a la hora de la verdad, estuviera más pendiente de estas molestias que de dirigir a sus hombres hacia el éxito.
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