La absolutización es una operación del pensamiento destinada a crear entidades abstractas de primer orden, cuyo resultado son los llamados objetos absolutos, no condicionados por nada, sin estados ontológicos temporales y espaciales existentes.
Se ha aplicado a distintos ámbitos de pensamiento, donde se le ha dado una connotación distinta, aunque su principio fundamental sigue siendo el mismo.
En los sistemas filosóficos idealistas y conceptos religioso-místicos, la absolutización recibió un desarrollo independiente, donde se asocia con la búsqueda de un principio fundamental eterno, infinito, espiritual del mundo, expresado por un concepto límite.
Las construcciones lingüísticas de este tipo describen los principios de causalidad, y se aceptan como principios reales de percepción, comprensión y reconstrucción de la realidad.
La idea de la existencia independiente de un vacío que tuvo lugar en la investigación científica de la Nueva Era, se reflejó en la idea de la existencia de un «espacio absoluto», no conectado con nada externo.
En ciencia, la absolutización implica otorgar el estatus de exclusividad a cualquier propiedad de un objeto. Lo que permite resolver problemas científicos, construir hipotéticamente objetos de diferente naturaleza y, sobre esta base, adquirir nuevos conocimientos sobre los objetos reales y sus propiedades.
En este sentido, la absolutización es el logro de una cierta totalidad, que no puede realizarse en el proceso de cognición empírica.
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