La economía del comportamiento estudia una variedad de modelos y aborda los fenómenos psicológicos que no tienen lugar en una economía racional. Los modelos de la economía del comportamiento exploran ciertas anomalías del mercado, interpretando y modificando los modelos de la economía neoclásica a su manera.
En otras palabras, ésta intenta explicar cualquier fenómeno económico a cualquier escala, a través de la psicología, la racionalidad/irracionalidad y los mecanismos del comportamiento.
La economía del comportamiento básicamente toma las decisiones cuando se plantean una interrogante económica, en la cual se ha establecido que la gran mayoría de las personas desean beneficios confiables en corto plazo, mientras que a largo plazo solo desean cantidad.
Esto se logró corroborar en estadísticas, donde se tomaron en consideración 2 preguntas. La primera fue ¿Qué es mejor, 1.000 dólares hoy o 1.100 mañana?, y la segunda fue ¿Qué es mejor, 1.000 dólares en 30 días o 1.100 en 31 días?
La mayoría de los encuestados preferían tomar los 1.000 dólares hoy, al tratarse de un corto periodo de tiempo; pero al hacerles la misma pregunta, con el mismo intervalo de tiempo, pero una mayor ganancia, entonces preferían esperar un día más.
La economía del comportamiento examina tales anomalías, descubre por qué las personas reaccionan de manera irracional en una situación financiera y económica dada, que es similar y completamente diferente; y cómo esto puede usarse en la práctica.
Por ejemplo, una inconsistencia temporal en las preferencias introduce el concepto de autocontrol, que no tiene sentido en un modelo racional. Y sobre el concepto de autocontrol se construyen teorías relacionadas con la autoestima y la motivación.
La sociedad tiene una demanda de pensamiento positivo, no solo porque aumenta gratamente la autoestima y ayuda a convencer a los demás de su importancia, sino que también es una herramienta para el autocontrol y la automotivación.
Las personas con alta autoestima son mejores para hacer frente a las dificultades y contratiempos, pero también son más propensas a asumir riesgos y a ser más persistentes.
La economía del comportamiento reveló que la necesidad de autocontrol de las personas se materializa en el trabajo, los negocios y la economía en forma de apuestas, promesas, metas personales, unirse a clubes y grupos, elegir pagos anticipados, establecer fechas límite, entre otros. Por lo que se puede decir que está intrínseca en casi todas las actividades que realizamos diariamente.
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