Surgió hace mil años en China a partir de los juegos de dados con seis caras.
Las fichas eran de hueso y llevaban a cada lado un alfiler u ojiva que sujetaba una lámina de ébano para ocultar al contrario los puntos.
Así nació el famoso y simbólico contraste del blanco y el negro que identifica al dominó.
Éste llegó a Occidente en el siglo XVIII a las cortes de Venecia y Nápoles.
El nombre se lo dieron los franceses y curiosamente lo copiaron de una capucha negra por fuera y blanca por dentro que usaban los curas en invierno.