La expresión ‘mandar a la porra’ se utiliza cuando una persona se harta de otra y decide pasar de ella o cuando alguien recibe un encargo en el que debe ir hasta un lugar apartado y lejano.
Tiene su origen en el mundo militar, pues antiguamente el soldado que tocaba el tambor mayor del regimiento llevaba un largo bastón acabado en un puño de plata que se solía denominar como ‘porra’.
Cuando el regimiento descansaba, el mismo solía colocarse en los límites del campamento, de forma que era el punto de referencia donde se enviaba a los soldados que eran castigados con el arresto.
Así, si el oficial le gritaba a un subordinado «Vaya a la porra», el mismo tenía que dirigirse hasta el punto donde estaba el bastón y permanecer quieto el tiempo que durara el castigo.
De esta forma, la expresión se mantuvo indeleble a pesar de que esta sanción dejó de aplicarse hace varios siglos.
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