Ya en enero de 1941, Rivera Schreiber comunicó esta información a su colega Joseph Grew, representante de Estados Unidos en Japón, quien el 27 de ese mismo mes envió el siguiente mensaje cifrado a su Secretaría de Estado: “Mi colega del Perú se ha enterado por varios conductos, inclusive uno japonés, que se está preparando un ataque sorpresa a Pearl Harbor, para el caso de un conflicto entre el Japón y los Estados Unidos”.
Las advertencias del ataque se prolongarían hasta noviembre, cuando el diplomático peruano informó de que la flota del almirante Yamamoto estaba a punto de poner proa a Hawái.
El hecho de que los tres portaaviones norteamericanos –el Enterprise, el Lexington y el Saratoga– se encontrasen ese día casualmente fuera de la base ha abonado la hipótesis de que el presidente Roosevelt conocía la inminencia del ataque y que no lo impidió, ya que, de ese modo, dispondría del casus belli perfecto para que su país entrase en la guerra, tal y como él deseaba.
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