¿En qué consiste la temible gangrena gaseosa?

Su descripción parece más propia de una película de Terror o de Ciencia Ficción, pero la gangrena gaseosa es rotalmente real.

Se trata de un proceso infeccioso muy poco común causado habitualmente por la bacteria llamada ‘Clostridium perfringens’, aunque también puede ser provocada por otros agentes patógenos como los estreptococos del grupo A.

Estas bacterias suelen estar en la mayoría de los lugares, pero en contadas ocasiones pueden proliferar dentro del cuerpo, multiplicándose y generando gases y emanaciones tóxicas que pueden dañar los tejidos, las células y los vasos sanguíneos del paciente.

En el caso de la gangrena gaseosa normalmente aparece en situaciones en las que la persona ha sufrido un traumatismo o una herida quirúrgica reciente; aunque se estima en que en 1 de cada 5 casos no hay aparentemente un causante que la origina.

De esta forma, las personas con problemas vasculares subyacentes como aterosclerosis y los enfermos de diabetes o cáncer de colon tienen más predisposición a sufrirla.

Habitualmente provoca una hinchazón muy dolorosa, provoca cambios de color en la piel, se percibe un gas crepitante debajo de la zona afectada y los cambios se producen muy rápidamente, con secreción, aparición de ampollas, fiebre moderada o alta, edemas, etc.

Sus síntomas aparecen normalmente de forma súbita y obligan a un rápido diagnóstico, pues el paciente afectado puede morir por un shock en cuestión de horas tras sufrir insuficiencia renal y disminución de la presión arterial.

La mejor forma de frenar su avance es extirpar en quirófano el tejido afectado o muerto, por lo que puede acabar en la amputación de la extremidad (brazo o pierna) donde se origina.

Además, también se recomienda el uso de antibióticos, así como la introducción del enfermo en una cámara de oxígeno hiperbárica para ser sometido a presiones de 3 atmósferas con el objetivo de eliminar a las bacterias causantes de esta peligrosa gangrena.

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